En 2010 enviaron 94 niños ingleses para tratamiento hormonal a la clínica especializada Tavistock. En 2018 fueron 2.519, el más joven de 3 años.
La principal clínica británica que trata la disforia de género es acusada por médicos que trabajaron en ella de llevar a cabo un experimento masivo sobre niños sin un estudio sobre las consecuencias a largo plazo de la medicación utilizada.
«Hay en marcha un experimento en masa sobre niños, los más vulnerables». Es la denuncia del Times, que el pasado lunes dedicó un gran artículo de investigación, publicado en primera página, al abuso de las terapias hormonales para el bloqueo de la pubertad por parte del GIDS [Gender Identity Development Service, Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género], perteneciente a la Fundación Tavistock & Portman, la controvertida clínica del NHS inglés [National Health Service, Servicio Nacional de Salud], que se ocupa de «tratar» a los menores que sufren de disforia de género, y de la que se han despedido voluntariamente 18 médicos en tres años.
The Times ha hablado con cinco de ellos. Todos dejaron su trabajo en la clínica por razones de «conciencia»: «Este tratamiento experimental se realiza no sólo sobre niños, sino sobre niños muy vulnerables, que han tenido problemas de enfermedades mentales, abusos, traumas familiares. Sin embargo, a veces estos factores son, sencillamente, encubiertos», ha dicho uno de ellos.
¿Terapia hormonal o experimento?
En 2010 fueron enviados a la clínica 94 niños; en 2018, 2519: el más joven tenía 3 años.
¿Por qué el número de estos jóvenes ha aumentado tan vertiginosamente? Antes, explican los médicos a The Times, los terapeutas tenían a su disposición meses para intentar comprender y resolver los problemas antes de tomar la decisión sobre la intervención médica a realizar; hoy, en cambio, la regla es iniciar la terapia hormonal en niños y adolescentes muy jóvenes después de sesiones de tres horas.
En opinión de estos expertos, se trata en muchos casos de niños sanos, medicados a causa de las presiones del lobby transgénero y la angustia de los padres.
El psicoanalista Marcus Evans dimitió de la clínica porque consideraba que los médicos ofrecían como «solución rápida» a cualquier problema la reasignación de género, opinión que compartía un grupo de padres convencidos de que la clínica empujaba a los jóvenes «a decisiones que les cambian la vida sin valorar antes, plenamente, su historia personal».
Los cinco médicos han manifestado su preocupación por el escaso conocimiento que tienen los jóvenes y sus familias sobre el impacto que tendrá la terapia hormonal en la fertilidad y la función sexual cuando sean adultos: en el GIDS no es posible hablar de «consentimiento informado», porque discutir de las consecuencias futuras es un tema tabú.
El profesor Carl Heneghan, director del Center of Evidence-based Medicine [Centro de Medicina basada en la Evidencia] de la Universidad de Oxford, se ha hecho eco de las preocupaciones del personal del GIDS, y en un largo editorial ha manifestado su gran temor sobre la seguridad de las terapias farmacológicas utilizadas: «Dada la escasez de evidencias científicas que las apoyen, la utilización no autorizada de fármacos para usos no cubiertos por la licencia del mismo en el tratamiento de la disforia de género se traduce en un experimento en vivo, no regulado, sobre niños».
Sin criterios médicos y con presiones.
Según varios médicos que formaban parte del personal que tenía que decidir si interrumpir con los bloqueadores hormonales el desarrollo sexual de los pacientes, algunos de ellos jovencísimos, en los últimos tres años niños y adolescentes han iniciado el recorrido de transición sin que los expertos tuvieran tiempo de valorar las causas de su «confusión» de género. A menudo, historias personales complejas o una posible homosexualidad han sido totalmente ignoradas ante la prisa por aceptar la nueva identidad transgénero del paciente.
Los cinco médicos afirman que las organizaciones sociales transgénero, como Mermaids, tienen una responsabilidad fundamental en la promoción, entre los padres, de la transición de género como única «cura» para sus hijos. Los médicos también denuncian presiones por parte de la clínica, que empujaba a los jóvenes a los tratamientos, a pesar de que los médicos consideraran que estos no eran en el mejor interés de sus pacientes.
La clínica se atrinchera detrás de los eslóganes: «En el centro de nuestro trabajo está el bienestar de los jóvenes», «Un número cada vez mayor de estudios internacionales ha demostrado que a día de hoy ‘hay pocas evidencias de daños'», dice el director Polly Carmichael, que está controlando los progresos de 44 jóvenes que iniciaron en 2011 el bloque hormonal de la pubertad, garantizando que toda la documentación científica disponible ha sido discutida con las familias.
Y sin embargo, los médicos aseguran que muchos niños han aceptado cambiar de sexo tras haber sido objeto de acoso homofóbico, ya que muchos de ellos no estaban seguros de su orientación sexual.
The Guardian ya se había ocupado de este tema: un informe del año pasado, firmado por el ex jefe de personal de la clínica Tavistock, David Bell, había puesto en evidencia el hecho de que algunos niños habían asumido una identidad trans como solución «a múltiples problemas como abusos en el ámbito familiar, el luto, la homofobia y una incidencia muy significativa del trastorno del espectro autista», a menudo tras haber tenido acceso a «recursos online».
A menudo, los jóvenes entraban entusiasmados tras haber seguido a Alex Bertie, un transexual YouTuber, y visto My Life: I Am Leo [Mi vida: soy Leo], un documental sobre un adolescente transexual emitido por la CBBC, convencidos de que la transición es fácil e indolora, como en una serie de televisión.
Fuente: EVANGÉLICO DIGITAL
There is 1 comment on this post
Es atroz y sin base médica. No quieren que experimenten con animales, pero sí con niños. El aparato legal en Inglaterra favorece la injusticia.